domingo, 29 de diciembre de 2013

3 Instantes que podría usar (III)

III


Jardines Colgantes
gorilasilente©

Hobby

...sucede que La Muerte
se aficionó a la jardinería,
desde que empezamos 
a poblar el planeta...

***

3 Instantes que podría usar (II)

II
En cada pesadilla, entrecierro mis ojos.
gorilasilente©


SECRETOS A VOCES


El niño, al abandonar las puertas del jardín, ignora que los árboles no son eternos. Mientras camina a la sombra del bosque, extendido ahora como único horizonte, el mismo hombre comprende que esos árboles eran inmortales. De repente, encuentra a esa niña que también camina sin rumbo. Ella ignora que sembrar es parte de envejecer y sin embargo no puede evitar presentarle a la mujer que entierra como parte de su propio rencor. Desde aquel momento, juntos olvidan –y casi sin pensarlo- que cuidar un jardín, consiste en mutilar.

3 Instantes que podría usar (I)



I

Naturaleza Viva: Amanecer
gorilasilente©

EL AMANECER

Uno despierta, y reverdece todo cuanto era negro. Aparece la conciencia que es una deformación del instinto, y surge también la intuición –que es una variación del laberinto bajo tierra. Uno se vuelve esclavo de la música y se entrega a la alucinación como a un vicio recién adquirido. Uno se debe, desde ahora,  al  constante desperfecto que implica no volver a dormir hasta la hora señalada y entiende que en ese instante será fragmentado.  Jamás volverá a ser Uno sino como un millar de nadas. Renuncia a la oscuridad del vientre y abraza la luz de la incertidumbre; el engaño es inútil ante ella.

Es la lucha contra el aplomo. Es el desenfreno. El recuerdo es represión y el futuro una inevitable angustia. Al abandonar ambos, Uno se entrega a la única memoria válida: a la que conceden los impulsos. Las llamas agrietan el tallo y la brisa taladra los pétalos. Uno comienza a arder.

Entonces se yergue y admira el jardín secreto como si fuera un abismo. Abandona el éxtasis de verse imaginado como única alternativa de existencia. A Uno le ha sido otorgada la posibilidad de contaminar el mundo, con el olvido.

I was in the backyard/ tryin' take a pic of you

sábado, 28 de diciembre de 2013

3 tentativas erradas para iniciar este blog, número 3: Paréntesis para pensar en cualquier otra cosa








"Atravesé mudo ese estadio del sufrimiento en el que el poeta, que siente los deliciosos dolores de la creación, produce una imagen de sus sufrimientos." (George Elliot, El Velo Alzado)


George Elliot 
Todos embotados, todos perdidos, todos santos, todos pequeños, todos frágiles y vagabundos. ¿En qué momento la poesía se convirtió en esta carnicería? ¿En qué momento la canción dio paso a un ruido lastimero; a una jauría de perros hambrientos, a un desfile de máscaras de piel y enfermedad? ¿Cuándo la locura precedió a la más pueril admiración por los otros?


Los recitales, en ciudad K, se han convertido en la oportunidad para admirar la nueva poesía joven y en otras ocasiones para ver de cerca cuán extraño y lejano se ha vuelto el mundo de la literatura como oficio. Debo sostener que nuestros recitales más bellos, son los que menos emplean figuras de renombre en la poesía nacional. No me refiero a la calidad de la poesía sino a las intenciones que persiguen los recitales primitivos; los incipientes. A veces, y mirando de cerca uno puede descubrir poetas que juegan a no serlo es decir, niños que comienzan a descubrir la magia de las palabras, esa magia de la que hablaba V. Huidrovo. Me siento algo frustrado (de manera contradictoria) cuando aún puedo ver esas cosas y es como si yo mismo me arriesgara a mostrar lo que escribo, pero éste mundo, el "de la cultura" ha sido contaminado por mi propia visión y eso también me asusta. No alcanzo a divisar lo que es bueno, aceptable o estético de lo sincero, ni lo curioso o lo bello de sentirse completamente perdido. Ante una nueva lectura temo, en el fondo, no ser sorprendido jamás. Es por ello que a partir de este punto introduciré una nueva mirada en lo que escribo. A partir de Cuadrofobia seré lo más infiel (que me sea posible) a lo que veo y lo rellenaré con el total de mis impresiones. Procuraré relatarlo todo de una manera objetiva y escasa en descripciones melifluas. Por lo pronto eso es todo.



«(...) Y  aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:
«Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
»Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
»Los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte.
»Un poema es una cosa que será.
»Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
»Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
»Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.

Vicente Huidrovo, Altazor; Prefacio.
Vicente Huidrovo

Conclusión: Esto no va hacia ningún lado.

                                           

3 tentativas erradas para iniciar este blog, número 2: Enamoramiento y Vergüenza


Supongo que desde ese instante supe que M… me gustaba de verdad. Tardé casi cuatro días, mientras dormía poco y comía mal, en decidir qué hacer con ello. Desde que era un niño he tenido problemas con eso de sobrellevar las angustias. Siempre he padecido grandes lapsos de depresión o malestar cuando sé que no puedo obtener algo que quiero. Lo peor para un hombre es imaginarse derrotado, aun antes de enfrentar cualquier batalla. La energía consumida, gracias al pensamiento de los anhelos insatisfechos, hace que cualquiera se avejente y pierda fácilmente ventaja o seguridad (si posee alguna). Me ha sucedido de distintas formas, e incluso cuando he obtenido algo que ansiaba, porque aquel temblor incipiente ha invadido mis rodillas y me he desmoronado como un costal de escombros.

El primer paso, tras un gran período de estupor y miedo (puramente autocontemplativo), fue invitarla a salir. Bueno, como no deseaba llamarla y hablar con ella directamente, lo hice mediante un correo electrónico. Gracias a un amigo que había estudiado alemán pude decirle, en su propio idioma, que deseaba que fuera conmigo al lanzamiento de un poemario. De esta forma me aseguré que I... no pudiera leer lo que le escribí. Le ofrecí quedarse en mi casa, pues tengo un cuarto de huéspedes, y además le dije que cualquier gasto corría por mi cuenta. Ella aceptó de buena gana e incluso bromeó sobre mi candidez y amabilidad. Todo parecía indicar que las cosas saldrían más o menos como (yo) esperaba.

Según lo acordado, nos encontraríamos en la entrada del edificio de la C a las cinco de la tarde. Estuve allí desde las tres. Mientras llegaba el momento traté de hacer cualquier cosa para distraerme; leí un poco, tomé una cerveza, dormí, caminé y fumé un par de cigarrillos. Algo me decía que quizás me preocupaba demasiado pero, por otra parte, en medio de un mar de ideas ridículas, la voz de mi conciencia era el salvavidas menos fiable.

Me senté en una escalera junto al lugar de la cita. Eran las cinco y treinta y dos minutos. M… no aparecía, y no apareció a las seis, y no apareció a las siete menos cuarto. M…no vino. Solté mi decepción como unos cuantos kilos de camarón muerto sobre la playa. Estaba vacío y ni siquiera contemplaba la tristeza o el dolor como una alternativa. Quería ser Fry o Lou Reed, y haber despertado de un sueño que hubiera durado mil años o haber muerto mucho antes de ese momento. Tenía la extraña sensación de que no debía estar ni un minuto sin esa total desconocida, a la que sólo había visto un par de veces, como si de ello dependiera todo lo que sucedería después. Quería golpearla, besarla, morderla y comérmela. No sabía qué era exactamente lo que me pasaba y entonces, semejante a un zumbido alojado en mis sienes sentí una especie de jaqueca que nubló mis sentidos y entonces, dejé de pensar.

                                                                 *        *         *

En aquel momento vi al poeta. Lo vi iluminado por su soledad y una desventura más vieja que la ciudad y los muertos bajo nuestros pies. Se acercó a mí y me extendió esa mano llena de gloria encuadernada y polvorienta. Me miró con esos ojos turbios que rebosaban de sabiduría local y ridiculez enciclopédica. Pronunció mi nombre:

-…. (voz inaudible)

-Hermano, he venido a escucharte. He venido al lanzamiento de tu libro.

-…. (la voz se iba aclarando pero seguía siendo ruido)

-¿Cómo has estado?

-…. (por fin pensé que podía manipular el mundo y escuchar lo que quisiera)

- Arturo, tanto tiempo mi hermano, ¿qué haces aquí solito? Ya mismo empieza esta cuestión. Vente conmigo y veamos cuánta gente hay.


-Claro que sí, voy contigo. Solamente te estaba esperando.

viernes, 20 de diciembre de 2013

3 tentativas erradas para iniciar este blog, número 1: Despecho Intelectual




Bueno, a decir de muchos; el temor nos convierte en seres humanos. Es un instinto básico y necesario. El temor hizo que nuestros antepasados sobrevivieran. El temor a la naturaleza (lo desconocido) creó la teología, el temor al universo (lo maravilloso)  engendró a la física y la filosofía, el temor a los otros (el más injustificado) dio paso al autoconocimiento y, por supuesto (y mucho antes que a todos los anteriores) al arte.

Carrole King, Tapestry.
He experimentado muchas veces ese curioso temblor en las piernas cuando me encuentro con una persona real. No puedo tocarla, su olor me trastorna, y me siento tan impotente que los dedos no me obedecen. La mayoría de las veces termino actuando como un idiota. Ahora, si declarara esto a un psicólogo seguramente encontraría una bonita explicación a esta mierda; una explicación que echaría por tierra el romanticismo con el que yo quisiera justificar mi falta de “arrestos”.

La verdad es que me desespera y me gustaría evitar que sucediera. Por otra parte, sería injusto decir que esto no me hace sentir vivo pero muchas veces, la muerte no es la falta de vida sino la sobreabundancia de sensaciones.


El otro día, por intermedio de I…, conocí a una chica austriaca en una fiesta callejera, una fiesta de pueblo para ser más precisos. Fui con una amiga norteamericana, quien había decidido acompañarme unas horas antes. La austriaca se llamaba M… y tocaba el violín, la viola, pintaba y apreciaba el arte (sin olvidar su fantástico cuerpo). En definitiva, pertenecía a uno de los rincones más antiguos, olvidados y subyacentes sobre mi ideal de pareja. No sé qué imagen podrían tener muchos de ustedes sobre tal imagen. 
Existen la Venus de Milo o la de Boticelli. Esas descripciones se ajustan a ensoñaciones muy primitivas en los hombres; un ser humano entronizado en una especie de sopor cósmico. Un slow motion ralentizado infinitas veces y que parte de nuestra cabeza y por supuesto, de nuestro temor. Lo peculiar, de esta sensación, es que tiene la engañosa ilusión de hacernos pensar que podemos conocer todo acerca de alguien. En mi caso, la primera imagen que se me vino a la cabeza con M...fue Carole King; en la portada de su disco Tapestry.
Solo le faltaba un gato.-pensé. No deseo hacer un retrato preciso de M... porque,  la verdad, si bien los detalles físicos no dejan de ser importantes se tornan un tanto dolorosos.

Yo había dejado de beber casi por cuatro meses, a raíz de la muerte de mi madre. El alcohol me transforma, hasta cierto punto, y existen dos posibles bifurcaciones o resultados. Si tomo la dosis correcta me vuelvo encantador y es como si a ratos fuera realmente yo; un pequeño monstruo fino y seductor que podría tomarse el mundo. En cambio si exagero sería capaz de cualquier vileza o humillación. Ella me coqueteó y casi ni me inmuté. Hace tiempo no estaba en el ejercicio de cortejar a una verdadera mujer.  Todo esto se debe a que últimamente he salido con estropajos inútiles.

Descubrí entonces, que la mejor receta para no ser común es castrar lo que sientes justo en el momento oportuno. Ella parecía acercarse más a mí mientras debido a mi comportamiento melancólico y mi humor negro; dos características letales a la hora de conquistar una persona interesante (según mi experiencia). En cambio, yo la repelía y procuraba pretender ser más interesante. Un juego estúpido que siempre tarda en surtir efecto. Si pudiera resolver las cosas pasadas, sin atormentarme en el futuro, supongo que sería un tanto más feliz, quizás no mucho más que ahora, pero bastaría.

Bebí demasiado, bebí demasiado. No sé como regresamos a la ciudad. No sé cómo sobreviví. Bebí demasiado, bebí tanto que me adormecí pesadamente y tuvieron que llevarme a rastras. Mi inconsciencia junto con el nivel alcohólico de la persona que me cargaba -supongo que I..-, hicieron que sufriera un esguince en el tobillo y despertara en la casa del mismo I…casi sin poder caminar. M… estaba dormida, mi amiga deseaba irse. La muy imbécil, podía irse sola. Puse cualquier pretexto (como si mi tobillo lastimado no bastara) para continuar allí. M…despertó, hablamos un poco. I…debía hacer una diligencia y decidió llevársela. Debo aclarar que días antes I…, me había dicho que estaba saliendo con dos mujeres al mismo tiempo; una muchacha de Suiza, que estaba en la fiesta, llamada V… y por supuesto M…. Así que a regañadientes M…lo acompañó. A regañadientes (debido a mi dolor de tobillo, claro) yo también me fui.