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gorilasilente© |
Ella
viene
como
el conjuro
que
nunca profieres
por
temor a ser descubierto
un
pez se consume por
la incisión del tiempo,
el
fuego se manifiesta
en
tus labios,
atrapas
sus ojos
y
los cubres con un puño
para
viajar,
la
recuestas sobre
un
sarcófago y le cuentas
de
todas las veces
que
te has proyectado
crecer
atrás
y hacia adelante
emprendes
el
abrazo terráqueo;
el
impulso primario
por
descontinuarla
de cualquier época,
sujetas, con ambas manos,
una nariz de caucho
y
auscultas su espectro
a través de
un par de anteojos
bañados
en vapor,
también la
hueles partir
en
pos de la lluvia
escondida
entre rieles
aclimatadas
a
tus recuerdos
(se labran dos nuevos himnos
bajo
el mismo cielo)
En el corazón del monte
se perdieron tres huevos,
congelados además por
la madera que te sostenía.
vamos juntos a
aferrarnos a las líneas
que circundan
a los vivos y durmientes
Su
cabello se
adentra en la noche
si rechina y despega
entonces, la
invasión resulta
calculada,
la
travesía ha sido medida
por una desconocida voz
de la sangre,
palmeas su espalda y
nuevamente
la bautizas, le dices 'Carmela' [1] ; 'barro',
'espumada', 'vaciador',
o simplemente 'periódico'.
para
ti
estas
extrañas palabras de aliento
son
desfiles en carnavales cenizos,
como
el aceite pasado
al recorrer
un estómago crédulo,
te
tomas de los pulgares;
la
atraviesas por su nombre,
la
caminas descubierto,
le
ofreces carne de caballo
—y a regañadientes—
la bañas en polvo de pan.
Se
presume brisa,
se
ansía un destino que rompa
alguna pantalla de cartón laminado
y
te alimente con su leche solar
o
por lo menos
con
el rastro de sus pies
cuando
se apresure
a
abandonarte
porque
desde
ese instante
sólo temblarás
como
un millar de casas
aglutinadas
en una
postal
que cuelga
de
una cortina.